lunes, 29 de octubre de 2012

La importancia del juego para el desarrollo del niño
El juego caracteriza al niño, es su actividad natural y tiene su apogeo en el período que va de los dos a los siete años, cuanto tienen primacía los juegos simbólicos. Por medio del juego el niño desarrolla su capacidad intelectual y puede hacerle frente a situaciones penosas que de otra forma le serían imposibles de afrontar. Pero, fundamentalmente, constituye una fuente de placer y de disfrutar la vida.
Otra condición valiosa del juego para el desarrollo del niño es que provee un
ambiente seguro de exploración, dado que hay una alta tolerancia al error y no hay consecuencias frustradas ante la derrota. La posibilidad de repetición hasta lograr la satisfacción provee las bases de la persistencia. Como lo plantea Bruner, se crean escenarios en los que lo imposible se hace realizable.

El desarrollo del pensamiento y del lenguaje
Para presentar la relación existente entre el juego y el desarrollo del pensamiento se
hará referencia a las tres etapas propuestas por Piaget: el juego de práctica o de
ejercicio, los juegos simbólicos y los juegos de reglas.

El juego de práctica o de ejercicio se lleva a cabo durante los dos primeros años
de vida. Consiste en actividades repetitivas correspondientes al período
sensoriomotor dirigidas al dominio de habilidades motrices. Una vez que el niño
logra controlar una conducta determinada la repite por el placer que le produce su
capacidad de “funcionar”, desplazándose así, la meta de la acción hacia la acción
misma.

El niños se dedica a los juegos simbólicos alrededor de los dos años, logrando su
punto de actividad más alto en estos juegos a los cuatro, para ir perdiendo
preponderancia paulatinamente hasta los siete años, cuando ya dejan de cumplir su
función adaptativa. Al finalizar el segundo año de vida empiezan a surgir los juegos
de simulación, en los cuales un objeto se transforma en un símbolo. El niño utiliza
símbolos en lugar de objeto real y al hacerlo trasciende la actividad externa del
período sensoriomotor para operar con el pensamiento internalizado.

Los juegos con reglas se dan con mayor intensidad en el período comprendido entre
los siete y los once años. Ésta es la actividad lúdica que caracterizará al adulto
socializado, que supone obligación y competencia, con base en la aceptación de
consensos. Después de los once años hay una disminución de la intensidad del
juego en general; sólo los juegos con reglas escapan a esta involución.

El desarrollo emocional
Diferentes pensadores han hecho valiosos aportes en relación con el papel del juego
en el desarrollo emocional. A continuación se presentaran algunos de los más
importantes.

  • ·         El juego como experiencia de seguridad
 Winnicott explicó la transición que sufre el niño al pasar de la dependencia absoluta
a la dependencia relativa y posteriormente a la autonomía: la dedicación
incondicional de la madre en los primeros meses facilita en el niño la construcción
del sentimiento de confianza. El momento de dependencia relativa se apoya en este
sentimiento de confianza con la aparición de los fenómenos que denominó
transicionales, entre los cuales se encuentra el juego. El juego en este caso hace las
veces de un sustituto de la madre, llenando el espacio que deja su separación
temporal con la confianza que tiene el niño en ésta y la fe en su regreso.

  • Ajuste a las exigencias de la vida

Mediante las fantasías, el niño puede manejar múltiples problemas y emociones que
las exigencias de la vida le hacen y para las cuales no se encuentra preparado. Son
muchas las situaciones complicadas y difíciles para los niños que no son percibidas
por los adultos.

En su fantasía construye un mundo en el cual puede esconderse cuando afronta
mucha tensión; pero no se refugia del todo ya que va separando su vida interior del
exterior al ir estableciendo límites a ésta en la medida que se ve confrontado por la
realidad. Por medio de juegos que no necesitan ajustarse a la realidad en todos los
detalles, una experiencia compleja es divisible en segmentos manejables. Como lo
afirma Bettelheim, así logra aumentar su capacidad de afrontar la realidad y de
poner orden en su mundo interior, resolviendo y dominando dificultades psicológicas
del pasado y del presente.

Jerome Singer plantea que la capacidad para fantasear ayuda a los niños a
indagar diferentes posibilidades, a tolerar el aburrimiento, a controlar impulsos
agresivos y a aumentar la habilidad para narrar cuentos.
  • La realización de deseos

Los niños no juegan “por matar el rato”; lo hacen siguiendo manifestaciones internas,
deseos, problemas y ansiedades. El juego es el camino hacia su mundo consciente
e inconsciente. Por intermedio del juego pueden expresar sentimientos que de otra
manera les costaría mucho hacerlo. Los deseos que en otros ámbitos serían
inexpresables pueden proyectarse en el juego. El juego permite al niño dramatizar el
pasado, reviviendo, corrigiendo y recreando las experiencias en un ambiente de
espontaneidad y repetición. Por esta razón, en el análisis de los deseos que se
vislumbran en los juegos es muy importante darse cuenta de los motivos que se
ocultan tras ellos .su simbolismo., tales como sus contenidos, el modo de jugar,
los medios que utiliza y las razones que esgrime para el cambio de juegos.
  • La socialización y la construcción de la identidad

Con los juegos de roles el niño se prepara para el futuro anticipándolo por medio de
temas repetidos, pero con sus respectivas variaciones. Aprende así los valores,
reglas, convenciones y, en general, la cultura. De otro lado, la voluntad y hábitos
como la perseverancia se adquieren más fácilmente en el juego que mediante
esfuerzos más complejos como los requeridos para los trabajos escolares.
Tomando en consideración lo presentado hasta el momento, es evidente la
importancia del juego para la construcción de la identidad. Se requiere el espacio y
el tiempo para que los niños sean ellos mismos, para que se descubran en largos
períodos de ocio y fantasía, para que puedan pensar por cuenta propia
desarrollando su creatividad. Son los momentos en los cuales se dan cimientos para
la formación de la vida interior y de la autenticidad.

Un video sobre este tema

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